Vidrio que ha sido sometido a un calentamiento seguido de un enfriamiento rápido, los resultados son una estabilidad molecular en la masa de este que produce un aumento de su resistencia a los agentes térmicos y mecánicos.
Para fabricar vidrio templado térmicamente, el vidrio flotado se calienta gradualmente hasta una temperatura de reblandecimiento de entre 575 y 635 grados Celsius para después enfriarlo muy rápidamente con aire. De esta manera se consigue que el vidrio quede expuesto en su superficie a tensiones de compresión y en el interior esfuerzos de tension, confiriéndole mayor resistencia estructural y al impacto que el vidrio sin tratar, teniendo la ventaja adicional de que en caso de rotura se fragmenta en pequeños trozos inofensivos (por lo cual se le considera uno de los tipos de vidrio de seguridad). Todas las manufacturas, ya sean cortes de dimensiones, canteados o taladros deberán ser realizados previamente al templado. De realizarse posteriormente, se provocaría la rotura del vidrio.
El vidrio cuando es templado, aparte de lo comentado anteriormente, adquiere otras propiedades importantes. La resistencia a la flexión del vidrio recocido al templarlo aumenta desde 400 kp/cm2 hasta 1.200 – 2.000 kp/cm2, lo que equivale de 4 a 5 veces la resistencia de un vidrio normal. La resistencia al choque térmico (diferencia de temperatura entre una cara y otra de un paño que produce la rotura de éste) pasa de 60 °C a 240 °C., por lo que es recomendado en puertas de hornos de cocina y lámparas a la intemperie.
600×3210
Desde 4mm hasta 19mm
El vidrio puede tener oclusiones de sulfuro de níquel que al calentarse por encima de ciertas temperaturas no muy elevadas se excita vibrando, lo que origina tensiones puntuales en los vidrios templados y provoca su rotura espontánea. Este fenómeno es especialmente grave en las fachadas de muro cortina, pues el coste de reposición de una pieza es muy alto.
Para evitar este fenómeno nada es más seguro que someter todas las piezas a unas condiciones extremadamente adversas para que aquella que tenga oclusiones de sulfuro de níquel se rompa en el test. Esta prueba se conoce con el nombre de Heat Soak Test.
En esencia, la prueba consiste en introducir las piezas en una cámara preparada para elevar gradualmente a lo largo de 5 horas la temperatura del aire hasta alcanzar casi 300 °C, mantenerla durante 6 a 8 horas, para luego ir disminuyéndola hasta 81°C en otras 12 horas.